Fiestas, religiosidades y devociones : del antiguo régimen a las expresiones contemporáneas / María Teresa Jarquín Ortega, Gerardo González Reyes, coordinadores

Incluye referencias bibliográficas.

Sin lugar a dudas, uno de los legados más visibles del catolicismo renovado en la segunda mitad
del siglo XVI fue la acuñación y difusión de un calendario litúrgico sustentado en el culto a la
Santísima Trinidad y a la virgen, las devociones a los santos y la veneración a las reliquias. Este
marco referencial fue retomado en la Nueva España en el Tercer Concilio Provincial Mexicano
celebrado en 1585, y tuvo una acogida exitosa entre la sociedad del siglo XVII, gracias a la
necesidad identitaria de los criollos, que advirtieron en el expediente religioso el medio de
obtener un rostro propio diferente al de los peninsulares que sólo buscaban “hacer la América”
para después regresar a su terruño.
La tensión ideológica entre criollos y gachupines fue una de las expresiones de la
consolidación de una Nueva España en busca de un derrotero propio al margen de los
acontecimientos culturales y sociales de la península ibérica. Así, mientras que esta última
atravesaba por una crisis secular, en la primera se observó un desarrollo económico sostenido
que trajo aparejado el incremento de distintas formas de religiosidad y devoción que pronto
encontraron terreno fértil en las capas más amplias de la sociedad novohispana.
Lo atractivo de esta situación es la longevidad o permanencia de las pautas culturales
desarrolladas bajo el manto religioso del siglo XVII, mismas que se proyectan hasta hoy día y que
constituyen el marco de las distintas expresiones del fenómeno religioso. Su complejidad radica
en que para comprender sus distintas manifestaciones no basta con centrar la mirada en la
institución eclesiástica, en los documentos dogmáticos que orientan la doctrina, en el
desempeño de sus ministros o en las respuestas de la feligresía ante la catequesis, todas inscritas
en interpretaciones heterodoxas dependientes del espacio-temporal y es en este volumen donde
se ha optado por enfatizar exclusivamente tres aspectos del hecho religioso: las fiestas, las
distintas expresiones de religiosidad y las devociones.
Así, bajo esta óptica, las fiestas además de conformar el espectáculo lúdico se erigen en
dispositivos o receptáculos de la memoria colectiva en la que se acumulan las huellas del pasado
y se reproducen los elementos culturales que, a juicio de los participantes, son dignos de
recuperar con la intención de asegurar su permanencia a futuro; asimismo, las religiosidades se
presentan como la expresión más visible de la adopción de los dogmas postridentinos por los
distintos actores sociales, mediante la interpretación propiciada por las circunstancias y las
necesidades más apremiantes en un espacio-temporal determinado, que generalmente se
manifiestan en procesos complejos de reelaboraciones simbólicas que encuentran su nicho en
las sensibilidades colectivas de pasado y presente.